5.7.1.1.- Composición, estructura y capacidad de retención de agua
En cuanto a elementos constituyentes, se asume, como ya se explico, que los sustratos en uso están conformados por elementos sólidos, elementos líquidos y elementos gaseosos; en otras palabras, materiales sólidos constituido por partículas granulares o fibrosa, agua y aire.
Entre el 60% y 90% del volumen del sustrato debe estar constituido por poros libres, poros que permitan fluir el agua y circular el aire. Un buen sustrato debe tener una capacidad máxima de retención de humedad total entre el 50 y 70 % del volumen del agua que puede contener cuando esta saturado, es decir, el porcentaje de la cantidad total de agua que el sustrato puede contener y la cantidad que retiene, después de que el líquido ha sido drenado, debe representar entre el 50 y 70 por ciento del total de agua que entra.
Un buen medio para el desarrollo de las raíces de los cultivos es aquel, que además de servir de soporte y anclaje de las plantas, suministra cantidades equilibradas de agua, nutrientes minerales y aire. Los mejores materiales son aquellos que retienen del 10 al 35 % de aire y del 20 al 95 % de agua, en relación con su volumen. En general se considera que un buen sustrato contiene de un 10 a 30 % de material sólido y el resto son espacios porosos, que en forma equitativa deben intervenir reteniendo humedad y aportando el oxigeno necesario para el desarrollo de las raíces.
Mientras más elevada sea la capacidad de retención de agua, menos frecuentes serán los riegos. Sin embargo debe tenerse presente que la capacidad de retención de humedad no debe ser a costa de la capacidad de aireación, ya que ello provocaría asfixia y pudrición de las raíces.
La capacidad de aire (CA) del sustrato es la diferencia entre el volumen de porosidad total y el volumen a 10 cm de tensión. Este volumen coincide empíricamente con los poros vacíos de agua cuando después de saturar el sustrato se deja drenar (Martinez, 1997).